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Catástrofe en cámara lenta: las 25 mayores ciudades de EEUU se están hundiendo

Catástrofe en cámara lenta: las 25 mayores ciudades de EEUU se están hundiendo

A principios de abril, un estudio geológico revelaba que la cara inferior de la placa tectónica sobre la que se asienta Norteamérica está 'goteando' hacia el manto terrestre, lo que provoca el lento hundimiento de todo el continente. Un fenómeno geológico que, sin embargo, tardará millones de años en afectar a la superficie.

Pero ahora, un nuevo trabajo llevado a cabo en las 28 mayores ciudades de Estados Unidos confirma que prácticamente todas ellas se están hundiendo, aunque por razones bien distintas. Se trata, de hecho, de un hundimiento mucho más rápido que el lento 'goteo' de roca detectado por el estudio anterior. Un hundimiento que, según explican los investigadores en un artículo recién publicado en 'Nature Cities', podría estar afectando ya a miles de edificios y a millones de personas en todo el país.

El problema ya había sido detectado hace alrededor de un año en distintas ciudades, aunque solo en zonas costeras, donde un terreno cada vez más bajo favorece el paulatino aumento de las inundaciones. Pero las nuevas tecnologías por satélite, que envían señales de radar a la superficie de la Tierra y miden el tiempo que tardan en 'rebotar' y volver a los instrumentos, han permitido a los científicos descubrir que el fenómeno también afecta al interior. De hecho, 25 de las 28 ciudades de Norteamérica con más de 600.000 habitantes experimentan algún grado de 'subsidencia', el término técnico para este hundimiento.

«Al comparar múltiples imágenes de una misma zona tomadas a lo largo del tiempo -explica Manoochehr Shirzaei, coautor del artículo-, podemos detectar movimientos verticales diminutos del suelo, incluso de solo unos milímetros por año. Es como hacer un time-lapse de alta resolución de la superficie de la Tierra y observar cómo se eleva o se hunde con el tiempo».

Para agravar el problema, los datos revelan que el hundimiento de algunas de las ciudades no es uniforme, es decir, que se hunden a diferentes velocidades en distintos puntos, e incluso se elevan en otros, lo que produce tensiones que podrían afectar gravemente a edificios e infraestructuras.

Las ciudades más afectadas

Las ciudades de Fort Worth, Houston y Dallas, todas ellas en Texas, presentan las tasas de subsidencia más elevadas, superando una media de 4 milímetros anuales. Nueva York, Chicago, Columbus, Seattle y Denver también muestran un descenso significativo, superior a los 2 milímetros por año. Especialmente preocupantes son los datos de Houston, donde los investigadores han descubierto que un asombroso 42% de su superficie se está hundiendo a un ritmo superior a los 5 milímetros anuales, mientras que un 12% lo hace a más de 10 milímetros por año. Una diferencia que, en apenas unas décadas, puede tener consecuencias fatales para edificios e infraestructuras.

¿Pero qué es lo que está causando esta situación? Según los investigadores, se trata de un 'mosaico de factores'. De hecho, y a pesar de que la extracción masiva de aguas subterráneas es, en general, la causa principal de este hundimiento, el estudio revela que en algunas ciudades, como Nueva York, Filadelfia y Washington D.C., el fenómeno responde principalmente al llamado 'ajuste isostático glacial'. Un concepto que, aunque complejo, se puede entender si imaginamos la Tierra como un colchón de espuma viscoelástica. Durante la última glaciación, enormes masas de hielo cubrieron estas áreas, ejerciendo una presión inmensa sobre la corteza terrestre y deformándola, igual que lo haría en un colchón alguien muy pesado que se sentara en él. «El peso del hielo -explica Shirzaei- empujó hacia abajo la corteza terrestre, igual que si nos sentáramos en un colchón de espuma con memoria' . Cuando el hielo se derritió hace miles de años, la presión desapareció y el terreno (igual que el colchón) comenzó a elevarse lentamente, recuperando su forma original.

Sin embargo, este 'rebote' no es uniforme. «En algunas áreas -prosigue el científico-, como la costa este y el Medio Oeste de Estados Unidos, el terreno todavía se está hundiendo en lugar de elevarse, porque están cerca de una zona que había sido empujada hacia arriba por el peso del hielo cercano y que ahora se está colapsando». Es como si, al levantarnos del colchón, las zonas adyacentes que se habían elevado ligeramente comenzaran ahora a descender.

Un desastre a cámara lenta

Pero esa no es, ni mucho menos, la única causa detectada. En ciudades como Seattle, Portland y San Francisco es la tectónica de placas, el movimiento constante de las grandes piezas que componen la corteza terrestre, el principal culpable del hundimiento. Estas ciudades, en efecto, se encuentran en zonas sísmicamente activas, donde las placas interactúan unas con otras y se deforman, lo que puede provocar movimientos verticales del terreno.

Por último, también otros factores están contribuyendo al hundimiento en algunas áreas. Un estudio de 2023, por ejemplo, sugirió que el peso combinado de más de un millón de edificios en Nueva York podría estar contribuyendo a su subsidencia. Y otro estudio reciente, en Miami, encontró que la construcción de nuevos edificios muy cerca de otros ya existentes podría estar alterando el subsuelo y provocando el hundimiento de las estructuras. Es como si la constante edificación y el aumento de la masa urbana estuvieran añadiendo una carga adicional al terreno, acelerando su descenso en ciertos puntos. «Necesitamos empezar a tratar la subsidencia como el desastre a cámara lenta que es», advierte Shirzaei.

Los científicos también han descubierto que algunas ciudades, como la ya mencionada Houston, se están hundiendo a ritmos diferentes en distintos puntos, o incluso hundiéndose en algunos lugares y elevándose en otros. Este movimiento desigual, conocido como movimiento diferencial, es especialmente preocupante. En palabras de Shirzaei, «este movimiento desigual crea distorsión angular y tensión, lo que potencialmente puede provocar grietas en paredes y cimientos, ventanas y puertas desalineadas o, peor aún, fallos estructurales».

El estudio estima que alrededor del 1% de la superficie total de las 28 ciudades estudiadas se encuentra en zonas donde el movimiento diferencial podría afectar a edificios, carreteras, líneas ferroviarias y otras estructuras. Aunque este porcentaje pueda parecer pequeño, estas áreas tienden a coincidir con los núcleos urbanos más densos y, juntas, albergan actualmente unos 29.000 edificios. Las ciudades con mayor riesgo en este sentido son San Antonio, donde los investigadores estiman que 1 de cada 45 edificios está en riesgo elevado; Austin (1 de cada 71); Fort Worth (1 de cada 143) y Memphis (1 de cada 167).

El nuevo estudio revela también que ocho ciudades (Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Phoenix, Houston, Filadelfia, San Antonio y Dallas) concentran a más del 60% de la población que vive en terrenos que se están hundiendo. Es significativo que estas mismas ocho ciudades hayan experimentado más de 90 inundaciones importantes desde el año 2000, un fenómeno que probablemente se está viendo favorecido por la disminución de la altitud del terreno debido a la subsidencia. Si el suelo se hunde, en efecto, las zonas costeras y bajas se vuelven más vulnerables a las inundaciones, ya que el agua tiene menos capacidad para drenar y la elevación del terreno respecto al nivel del mar disminuye.

El estudio concluye con una llamada a la acción para que las ciudades utilicen esta nueva información en busca de soluciones. En muchos lugares, las inundaciones podrían mitigarse, según los investigadores, mediante la elevación del terreno, la mejora de los sistemas de drenaje y la infraestructura verde, como los humedales artificiales, para absorber las aguas pluviales. Las ciudades susceptibles al peligro de inclinación podrían, por su parte, centrarse en la rehabilitación de las estructuras existentes, la integración de los movimientos del terreno en los códigos de construcción y la limitación de nuevas construcciones en las áreas más amenazadas.

«En lugar de simplemente decir que es un problema, podemos responder, abordar, mitigar, adaptar -afirma Leonard Ohenhen, autor principal del estudio-. Tenemos que pasar a las soluciones». La comprensión detallada de cómo y dónde se está hundiendo el terreno en las principales ciudades de Estados Unidos es el primer paso para abordar esta 'catástrofe silenciosa' y garantizar la seguridad y la sostenibilidad de las infraestructuras urbanas para las generaciones futuras. Ignorar este fenómeno sería como construir castillos de arena en medio de una marea que sube lentamente, una estrategia destinada al fracaso a largo plazo. La ciencia, una vez más, ha avisado. Habrá que ver si esta vez alguien le hace caso.

ABC.es

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