La invisible y precaria mano de obra detrás de la IA generativa: esclavitud en el siglo XXI
Para que la inteligencia artificial (IA) generativa realice un informe de autopsia, trabajadores precarios deben clasificar e identificar miles de imágenes de crímenes. De Kenia a Colombia, los anotadores de datos son cada vez más numerosos y luchan por mejorar sus condiciones de trabajo.
“Pasas el día mirando cadáveres y haciendo zoom en las heridas para recortarlas y ayudar a la IA a identificar estas imágenes, sin ningún tipo de apoyo psicológico”, explicó a la AFP Ephantus Kanyugi.
Este keniano de 30 años clasifica y etiqueta imágenes para entrenar algoritmos desde 2018. Es también vicepresidente de la Data Labelers Association, con sede en Nairobi, y cuenta con unos 800 miembros.
La organización dará a conocer en octubre un código de conducta destinado a las plataformas de anotación de datos para mejorar las condiciones de los trabajadores, ante la ausencia de una legislación que regule esta actividad en Kenia.
“Somos como fantasmas, las personas no saben que existimos, que somos los que ayudamos con el avance tecnológico”, lamentó desde el otro lado del planeta Oskarina Fuentes.
Esta venezolana de 35 años, instalada en Medellín, trabaja para cinco plataformas de anotación de datos. Cobra entre 5 y 25 centavos de dólar por labor. Gracias a este trabajo, a menudo invisible, los carros autónomos reconocen peatones o árboles, los robots conversacionales como ChatGPT se expresan de forma natural, o los sistemas de moderación filtran contenidos violentos o pornográficos. Y es un mercado en auge: en 2024 representó 3.770 millones de dólares, que para 2030 se estima que crecerá en 17.100 millones, según el gabinete Grand View Research.
Los gigantes tecnológicos no pueden construir el futuro sobre una mano de obra desechable

El trabajo es clasificado como plagiado si la similitud de texto es mayor al 20% . Foto:iStock
Karen Hao es una periodista que se ha dedicado a investigar en los últimos años la industria de la IA. Y le ha puesto el foco no solo a los líderes, sino a todas las personas involucradas en la cadena.
“Las empresas tecnológicas reclutan mano de obra principalmente en el Sur Global y en las comunidades económicamente vulnerables para diferentes tareas destinadas a mejorar los modelos de IA. Recuerdo entrevistar a trabajadores kenianos que hacían eso para OpenAI, especialmente a un hombre, Mophat Okinyi, que se quebró espiritual y mentalmente.
Me contó que lo más duro para él era que no lograba explicarles a su esposa e hijastra por qué tenía cambios de humor. Tampoco tenía intimidad con su esposa. Solo sentía vergüenza… vergüenza de decir que su trabajo consistía en leer contenidos sexuales todo el día”, comentó Hao, que condensó su investigación en el libro El imperio de la IA, donde sostiene con pruebas que el colonialismo no se ha erradicado en poblaciones como Atacama, Chile, donde se siguen explotando recursos esenciales, como el cobre y el litio, para el desarrollo de la IA.
La IA necesitará verificación humana mientras siga basándose en el aprendizaje automático

Los clientes de Walmart podrán acceder a la función de "Pago instantáneo". Foto:Canva
“La IA necesitará verificación humana mientras siga basándose en el aprendizaje automático”, dice el sociólogo Antonio Casilli, autor de un libro de investigación sobre el ‘trabajo del clic’. Se necesitan personas tanto en la fase inicial para preparar los datos que alimentan los modelos, como en la etapa final para evaluar la pertinencia de las respuestas.
Los gigantes tecnológicos subcontratan este trabajo a innumerables empresas. Una de las más importantes es la estadounidense Scale AI, en la que Meta invirtió recientemente más de 14.000 millones de dólares. Entre sus clientes también figuran Microsoft, el Departamento de Defensa de Estados Unidos y, durante un tiempo, colaboró con OpenAI.
Los anotadores de datos suelen tener entre 18 y 30 años y reciben una remuneración muy baja, pese a tener estudios de alto nivel, señala Casilli, profesor del Instituto Politécnico de París. Provienen en su mayoría de países con pocos recursos, aunque esta actividad se está desarrollando también en Estados Unidos y Europa, con sueldos más elevados.
A medida que incrementa la tecnología de IA, los modelos detrás de ChatGPT de OpenAI o Claude de Anthropic necesitan especializarse en materias complejas, como matemáticas, química o idiomas poco comunes.
La web de Outlier, filial de Scale AI, propone múltiples ofertas de trabajo para expertos en biología, lengua malaya o programación en español, con remuneraciones de entre 30 y 50 dólares la hora. En Kenia, en cambio, Remotasks, otra filial de Scale AI, paga a sus anotadores de datos alrededor de 0,01 dólares por una tarea que puede durar varias horas, según Ephantus Kanyugi. “Es la esclavitud moderna”, dijo.
“La gente desarrolla problemas de visión, de espalda, sufre ansiedad y depresión porque trabaja 20 horas al día o seis días a la semana, por un salario miserable, y es posible que ni siquiera le paguen”, advirtió el keniano.
Las denuncias
La integración de IA con analítica y nube disminuye costos regulatorios entre un 20 % y un 40 %. Foto:iStock
Scale AI es objeto de varias denuncias en Estados Unidos. Los empleados la acusan de trabajo no remunerado, de declararlos como autónomos y de exponerlos a contenidos traumáticos sin medidas de prevención suficientes, según documentos legales consultados por AFP.
Los demandantes afirman, por ejemplo, que han tenido que abordar con una inteligencia artificial cuestiones del tipo “¿cómo suicidarse?”, “¿cómo envenenar a alguien?” o “¿cómo matar a alguien?”. La empresa se ha negado a dar comentarios sobre los recursos judiciales en curso, pero reconoce que algunos proyectos destinados a crear modelos de IA seguros pueden incluir contenidos sensibles.
Scale AI asegura que siempre avisa con antelación a los trabajadores sobre las tareas a hacer y que estos pueden interrumpir una tarea en cualquier momento. También menciona que ofrece programas y recursos dedicados a la salud mental y una línea de atención telefónica anónima. Y sobre la remuneración, la compañía insiste que brinda salarios transparentes, con tarifas iguales o superiores al sueldo mínimo vigente en los lugares donde opera.
Sin embargo, estos trabajadores de la IA pueden encontrarse sin empleo ni paga de la noche a la mañana. Oskarina Fuentes acusa a una de las plataformas que la empleaba de no pagarle unos 900 dólares, o sea, tres meses de trabajo, después de una actualización de su sistema de pago. “Perdí mi tiempo, mi esfuerzo y mi sueño”, afirmó.
La gente desarrolla problemas de visión, de espalda, sufre ansiedad y depresión porque trabaja 20 horas al día o seis días a la semana, por un salario miserable, y es posible que ni siquiera le paguen

Inteligencia Artificial Foto:Nongnuch Pitakkorn.
Adicional al tema de la no recepción de su salario, Oskarina no puede nombrar cuál es la empresa que tiene una deuda con ella porque firmó un acuerdo de confidencialidad, una práctica frecuente en esta industria que condena al silencio a la mayoría de los trabajadores del clic.
En Kenia, la Data Labelers Association contempla llevar ante la justicia a Remotasks, a raíz de las acusaciones de varios trabajadores de que en marzo de 2024 interrumpió el acceso a su plataforma sin pagarles el dinero que les debía. La empresa matriz, Scale AI, admite una reducción de su actividad en Kenia, reconoce haber cerrado cuentas de anotadores por infringir sus normas internas y sostiene que se remuneraron las actividades realizadas.
Es la esclavitud moderna"

Comercio Internacional inteligencia artificial bitcoins aranceles Foto:Internacional
Microsoft y Meta rechazaron contestar a las preguntas de AFP sobre sus relaciones con Scale AI, y el Pentágono no respondió.
Por su parte, Anthropic colabora con SurgeAI, una empresa emergente de anotación de datos también demandada en Estados Unidos.
El gigante de la IA afirma que exige a sus subcontratistas que sigan las normas relativas al bienestar de los trabajadores a cargo de contenidos sensibles y que establezcan una tarifa equivalente o superior a 16 dólares por hora.
OpenAI le respondió a la AFP que ya no trabaja con Scale AI y que dispone de una normativa estricta para sus colaboradores en materia de seguridad en el trabajo, remuneración equitativa, no discriminación y respeto de los derechos de los empleados. Según la empresa detrás del desarrollo de ChatGPT, si no se respeta este código, se considera un incumplimiento de contrato y se toman las medidas oportunas.
Sin embargo, los trabajadores del clic, que en su mayoría trabajan por cuenta propia o con contratos de corta duración, a menudo carecen de protección social, recuerda el sociólogo Antonio Casilli, quien los califica de ‘subproletariado digital’.
En Kenia, el futuro código de conducta de la Data Labelers
Inteligencia artificial Foto:iStock
Association, al que ha tenido acceso AFP, pretende establecer un contrato de trabajo con una “remuneración justa”, garantizar la libertad de asociación, el derecho a descansos y a un apoyo psicológico en caso de exposición a contenidos nocivos. Pero estas reivindicaciones pueden convertirse en un tire y afloja con las empresas.
En Estados Unidos, cerca de 250 personas que trabajaban para GlobalLogic, un subcontratista que entrena a la IA Gemini de Google, fueron despedidas en septiembre después de que varios empleados denunciaran las diferencias salariales y trataran de obtener mejores condiciones.
“Quieren anotadores de datos sumisos”, denunció Andrew Lauzon, de 31 años, que trabajaba para GlobalLogic desde marzo de 2024 y fue despedido el 12 de septiembre. Miembro del sindicato Alphabet Workers Union, este hombre oriundo de Boston reclamaba, junto con otros compañeros, salarios justos, días libres y una cobertura médica asequible. GlobalLogic, contactado por AFP, no quiso hacer ningún comentario.
No hay ninguna mención a los trabajadores del clic en el reglamento sobre la IA

Kion, la primera idol generada por inteligencia artificial que ya tiene contratos millonarios. Foto:X @higgsfield_ai
Un portavoz de Google señaló que “como empresa, GlobalLogic es responsable de las condiciones laborales de sus empleados”. La big tech afirma que en los acuerdos les exige a sus subcontratistas adherirse a una normativa laboral, un trato justo y equitativo para sus trabajadores. Y asegura que realiza auditorías periódicas para verificarlo.
“Los gigantes tecnológicos no pueden construir el futuro sobre una mano de obra desechable”, insistió Christy Hoffman, secretaria general de la federación sindical internacional UNI Global Union, que publicó a principios de octubre un estudio sobre los trabajadores bajo la sombra de la IA. “Es hora de que los titanes de Silicon Valley sean responsables de las condiciones laborales en su cadena de subcontratación”, añadió.
Sin embargo, la realidad es que el trabajo del clic sufre, sobre todo, de una falta de marco jurídico. En Europa, pese a la aprobación de una normativa sobre inteligencia artificial, siguen existiendo ‘lagunas’, afirma la eurodiputada francesa de izquierda radical Leïla Chaibi. “No hay ninguna mención a los trabajadores del clic en el reglamento sobre la IA”, señala.
Y todo ello porque millones de personas realizan este trabajo, esencial para el desarrollo de esta nueva tecnología. “Si eres carpintero o fontanero, hay sindicatos y un salario mínimo”, recuerda Nacho Barros, de 54 años y residente de Valencia, en España, que comenzó a anotar datos durante la pandemia. “Este trabajo también debería ser reconocido por todos los países como un empleo en toda regla”, concluyó.
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Documental de la periodista Jineth Bedoya Foto:
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