Probamos Rainbow Six Mobile: la tensión táctica de Siege, ahora en la palma de la mano

Hay algo especial en sentir la tensión de una partida de Rainbow Six mientras uno espera el café o está en el transporte público. Ubisoft ha logrado lo que parecía improbable: llevar la experiencia táctica y meticulosa de Siege a los dispositivos móviles sin perder su esencia.
Desde el primer enfrentamiento se reconoce la estructura clásica: el equipo atacante planea cómo entrar; el defensor, cómo resistir. Los entornos destructibles están ahí, las trampas también, y cada operador conserva su estilo y sus habilidades únicas. El corazón del juego está intacto.
Claro, no es un título para el jugador impaciente. Como en Siege, hay una curva de aprendizaje considerable. Son muchos botones, varios comandos y un ritmo que exige planificación y precisión. Pero hay algo reconfortante en saber que, después de algunas partidas, todo empieza a fluir. El juego ofrece ayudas propias del ecosistema móvil: disparo automático opcional, controles personalizables y una interfaz que, aunque compleja al principio, se deja moldear con el tiempo.

Rainbow Six Mobile Foto:Ubisoft
Visualmente, Rainbow Six Mobile es más que competente. No compite con una consola de última generación, pero su nivel gráfico es más que decente, y logra mantener una lectura clara de lo que ocurre en pantalla, algo fundamental en un shooter táctico. El emparejamiento, además, es rápido y sin mayores contratiempos. No hay que esperar demasiado para entrar en acción.
Un detalle que sorprende —y que no siempre ocurre con juegos móviles— es que se adapta sin problema a dispositivos plegables. En un Galaxy Z Fold6 abierto, por ejemplo, el juego corre en pantalla completa, sin barras negras, sin recortes ni deformaciones. Se siente natural, como si hubiera sido pensado para ese tipo de formatos.
Al final, lo que queda es una sensación muy clara: Rainbow Six Mobile no es una versión simplificada de Siege. Es Siege, adaptado. Más ágil, sí. Con ajustes para la pantalla táctil, también. Pero con la misma tensión, la misma estrategia, la misma recompensa por pensar antes de disparar.
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