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Investigación: un llamamiento de la Sorbona con una ambición demasiado modesta

Investigación: un llamamiento de la Sorbona con una ambición demasiado modesta

En la década de 1930, la llegada del régimen nazi a Alemania obligó a muchos científicos, muchos de ellos de origen judío, a exiliarse en Estados Unidos. Algunos de ellos ayudaron a cambiar el destino del mundo, convirtiendo el siglo XX en el "siglo americano". La prosperidad de Estados Unidos se basó en parte en la contribución intelectual de estos emigrantes, quienes pudieron florecer en un sistema universitario inspirado en el modelo alemán.

Con el regreso de Donald Trump al poder, este sistema de producción y transferencia de conocimiento está ahora debilitado. La brutalidad y brillantez de sus ataques a la ciencia dejaron inicialmente al mundo académico en un estado de estupor. En un contexto mucho menos dramático que hace menos de un siglo, ¿ha llegado el momento de una nueva travesía del Atlántico, esta vez hacia Europa?

Francia lanzó en 2017 una iniciativa para acoger a refugiados científicos en nuestro país a través del programa Pause, que ya ha acogido a 694 investigadores y artistas. Pero el gobierno había decidido reducir su financiación a más de la mitad para 2025, cuando se lanzó la ofensiva trumpiana contra la investigación, tomándolo por sorpresa.

Siguiendo el ejemplo de universidades como Aix-Marsella y luego de organizaciones como el CNRS, que se propusieron atraer a los científicos rechazados por la administración Trump, el gobierno decidió apoyar estas iniciativas. La Unión Europea (UE) ha llegado a la misma conclusión: es imperativo, frente a Estados Unidos y China, hacer oír otra voz en materia de respeto a la libertad académica.

Ursula von der Leyen y Emmanuel Macron en el evento "Choose Europe for Science" en París, el 5 de mayo de 2025. GONZALO FUENTES/REUTERS

Éste es el sentido de la conferencia «Elige Europa por la Ciencia», organizada el 5 de mayo en la Sorbona. Emmanuel Macron anunció un presupuesto de 100 millones de euros del programa de inversiones Francia 2030 para apoyar estos proyectos de acogida, sin contar las vacaciones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto 500 millones de euros adicionales para reforzar el atractivo de Europa, y no solo para los científicos estadounidenses. Deberían adoptarse decisiones para proteger y/o duplicar bases de datos e infraestructuras de investigación que constituyen “bienes comunes globales” –en materia de salud o clima–.

Sólo podemos saludar esta señal de apoyo a la investigación y a la libertad académica, que ha sido recientemente atacada por miembros del Gobierno. Pero no debemos hacernos ilusiones sobre las cantidades involucradas en comparación con el daño infligido por Estados Unidos a su propio aparato de investigación.

Además, estos anuncios llegan en un momento en el que la comunidad científica francesa considera que las reformas emprendidas desde 2017 no están a la altura: se acaban de anular 387 millones de euros de créditos no asignados del presupuesto 2025. Fijada hace veinticinco años en Lisboa, la ambición de alcanzar el 3% del PIB dedicado a investigación y desarrollo aún no está a la vista: Francia ocupaba el 17.º puesto mundial en 2022, con un 2,2% frente al 2,1% de media en la UE, y Estados Unidos con un 3,6%.

"No existe el vasallaje feliz", insistió Emmanuel Macron el 5 de mayo, refiriéndose a la dependencia europea de Estados Unidos. Salir tiene un coste. Ursula von der Leyen ha fijado un objetivo del 3% para 2030. Los próximos arbitrajes presupuestarios europeos permitirán evaluar la veracidad del «llamamiento de la Sorbona».

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