La NASA confirma que una nave espacial privada ha aterrizado con éxito en la Luna

La nave privada estadounidense Blue Ghost, construida por Firefly Aerospace, aterrizó con éxito en la Luna, marcando un hito en la exploración lunar y en la colaboración público-privada con la NASA.
Tan solo es la segunda vez en la historia que una nave espacial comercial realiza un alunizaje suave en el satélite de la Tierra, y este logro supone un paso muy importante para el programa Artemis de la NASA, que busca establecer una presencia sostenible en la Luna y preparar futuras misiones tripuladas y robóticas al espacio profundo.
El éxito de Blue Ghost 1 abre las puertas a que más empresas privadas desarrollen y operen naves para entregar instrumentos y experimentos científicos a la Luna más rápido y barato que con misiones gubernamentales tradicionales. Este sistema fomenta la innovación y distribuye los riesgos entre distintos proveedores.
La nave Blue Ghost 1 ha sido enviada para investigar y estudiar el polvo lunar y cómo se comporta bajo la influencia de campos eléctricos, especialmente cerca del terminador lunar (línea entre día y noche), un fenómeno que puede afectar a equipos y astronautas.
Por ello ha aterrizado en un lugar de gran interés científico, cerca de Mons Latreille en la región de Mare Crisium en la Luna, por sus características volcánicas antiguas, permitiendo estudiar la química de la corteza lunar y el historial térmico del satélite.
Dentro de esta se transportaron hasta tres dispositivos clave para esta misión de investigación: un taladro capaz de penetrar 3 metros en la superficie lunar para investigar el gradiente térmico y el flujo de calor interno, un muestreador de regolito (el suelo lunar) y el experimento LuGRE.
El taladro y otros sensores recopilan datos sobre el entorno térmico y físico, ayudando a diseñar mejores rovers y trajes espaciales para futuras misiones. El éxito de esta misión acelera el desarrollo tecnológico, abarata los costes para misiones espaciales y permite impulsar "una nueva economía espacial".
eleconomista