'Supertierra': Descubren un planeta que emite una señal misteriosa

La NASA ha descubierto un misterioso planeta denominado "supertierra" que parece estar enviando una señal repetida desde 154 años luz de distancia.
El planeta, llamado TOI-1846 b, tiene casi el doble del tamaño de la Tierra y cuatro veces su masa, según informa el Daily Mail. Orbita una pequeña y fría estrella enana roja cada cuatro días y provoca una extraña y repetida disminución del brillo de la estrella, una señal que los científicos detectaron por primera vez cuando el telescopio espacial TESS de la NASA observó la disminución en marzo de cada año.
Ahora, un equipo de científicos que utiliza telescopios espaciales y terrestres ha confirmado que TOI-1846 b se encuentra dentro de lo que se denomina la "brecha de radio", una categoría poco común entre planetas pequeños y rocosos como la Tierra y planetas más grandes y ricos en gas como Neptuno.
A pesar de una temperatura superficial estimada de 300 °C, los investigadores afirman que el planeta aún podría contener agua. Se cree que posee un núcleo rocoso sólido, una gruesa capa de hielo y quizás incluso un océano poco profundo o una atmósfera tenue.
Abderrahmane Soubkiou, investigador principal del Observatorio Oukaimeden en Marruecos, afirmó: «Confirmamos la existencia de TOI-1846b utilizando el telescopio TESS y datos fotométricos multicolor terrestres, imágenes de alta resolución y observaciones espectroscópicas».
Las mediciones de los astrónomos también mostraron que el planeta orbita su estrella en poco menos de cuatro días, manteniéndose en una órbita mucho más cercana al Sol que la de Mercurio en nuestro sistema solar. La estrella anfitriona es una enana roja, aproximadamente un 40 % mayor que nuestro Sol en tamaño y masa, que brilla a una temperatura de aproximadamente 6000 °F.
Debido a que las enanas rojas son más pequeñas y tenues, los planetas deben orbitar cerca para recibir calor, lo que también hace que sea más fácil para los telescopios detectarlas cuando pasan frente a la estrella, informa el Daily Mail.
Lanzado en 2018, el telescopio TESS ha detectado hasta la fecha más de 7600 tránsitos de este tipo y confirmado más de 630 planetas. Sus cuatro cámaras de alta sensibilidad escanean el cielo cada 30 minutos, lo que lo hace ideal para detectar pequeñas caídas en los niveles de luz, como las observadas en TOI-1846 b.
Es probable que el planeta recién descubierto también esté bloqueado por mareas, lo que significa que una cara siempre está orientada hacia su estrella mientras que la otra permanece en la oscuridad. Este contraste de temperatura podría atrapar agua en regiones más frías, dependiendo de cómo se transmita el calor a través de la atmósfera.
Los científicos de la NASA esperan que el Telescopio Espacial James Webb apunte pronto a TOI-1846 b para estudiar su atmósfera mediante luz infrarroja. En condiciones favorables, el Webb podría detectar indicios de vapor de agua, metano, dióxido de carbono u otros gases.
Los telescopios terrestres, como el Observatorio Gemini en Hawai, también están haciendo su parte, utilizando un instrumento de precisión llamado MAROON-X para medir el pequeño movimiento de la estrella causado por la atracción gravitatoria del planeta, ayudando a determinar su masa y encontrar vecinos ocultos.
Los investigadores creen que TOI-1846b podría no estar solo. Sutiles cambios en su órbita indican que otro planeta podría estar acechando en el mismo sistema, quizás orbitando más lejos, en una zona más fría y habitable.
Este descubrimiento está relacionado con otro hallazgo reciente: TOI-715 b, una segunda supertierra situada a 137 años luz de distancia y que también orbita una enana roja.
Ambos planetas ayudan a llenar vacíos clave en la comprensión de los astrónomos sobre cómo algunos planetas pequeños pierden sus atmósferas con el tiempo mientras otros logran conservarlas, señala el Daily Mail.
Dado que las enanas rojas representan aproximadamente el 75 por ciento de todas las estrellas de la Vía Láctea, estudiar planetas como TOI-1846 b podría revelar cuántos más mundos potencialmente habitables podrían estar acechando en los márgenes de nuestra galaxia.
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