El secreto de la longevidad se ha revelado en el ratón.

Las ratas topo desnudas subterráneas pueden vivir hasta 37 años en el laboratorio. Esta extraordinaria longevidad se ha convertido en un punto focal para la investigación científica que explora los secretos de la longevidad. Un nuevo estudio, publicado en la revista Science y dirigido por la Facultad de Medicina de la Universidad de Tongji, se centró en la proteína inmunitaria del organismo, cGAS.
Normalmente, la proteína cGAS reconoce el ADN dañado o extraño y activa el sistema inmunitario. Sin embargo, en células humanas y de ratón, también puede acelerar el envejecimiento al ralentizar los procesos de reparación del ADN. En ratas topo desnudas, la proteína cumple la función opuesta: no se disocia del sitio de la rotura del ADN y favorece el proceso de reparación.
El secreto de este comportamiento reside en un pequeño pero potente cambio de cuatro aminoácidos en la proteína cGAS. Estos cambios impiden que la célula destruya la proteína, permitiendo que el cGAS permanezca en el lugar del daño, facilitando así la reparación de las proteínas.
El estudio también demostró que cGAS forma un enlace más fuerte con otra proteína llamada FANCI. FANCI dirige a RAD50, una proteína involucrada en la reparación. Esta colaboración permite reparar el daño del ADN con mayor rapidez y precisión.
Se obtuvo un resultado experimental sorprendente al transferir el gen cGAS de la rata topo desnuda a ratones mayores. Los ratones transferidos mostraron menos arrugas, más pelo y una reducción significativa de los signos de envejecimiento. Las moscas de la fruta tratadas con el mismo gen vivieron unos 10 días más.
Los científicos enfatizan que esta ventaja genética surgió mediante un proceso evolutivo. La vida subterránea, los bajos niveles de oxígeno y un metabolismo lento han dado lugar, con el tiempo, a una estrategia evolutiva que prioriza la reparación celular sobre la reproducción rápida. Se observan tendencias similares en murciélagos y elefantes.
Sin embargo, la aplicabilidad de la investigación en humanos es cautelosa, ya que el cGAS desempeña un papel crucial no solo en la reparación del ADN, sino también en la respuesta inmunitaria. La mejora artificial de este mecanismo podría conllevar consecuencias indeseables, como posibles riesgos de mutación y desarrollo de tumores.
El siguiente paso será probar si estos cambios genéticos pueden producir de forma segura efectos similares en las células humanas.
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