Volver a jugar Gradius me hizo entender lo mucho que necesitaba regresar a esos arcades que ya no existen

La primera vez que vi una nave Vic Viper en pantalla fue en una máquina empotrada en una tienda de barrio. De esas que ya no existen.
Jugábamos sin saber inglés, sin entender qué era un power-up o por qué un pulpo gigante salía del fondo de la pantalla. Pero ahí estábamos, compitiendo entre risas, esperando nuestro turno con una moneda sudada en la mano. Gradius no era solo un juego: era parte del ambiente. De crecer.
Hoy, casi tres décadas después, tener en mis manos Gradius Origins me removió algo más que la nostalgia. Me enfrentó al recuerdo intacto de un género que formó a toda una generación: el shoot ‘em up.
Esta colección, disponible para PlayStation, Xbox, Switch y PC, no solo recupera siete de los títulos originales más icónicos de la franquicia, sino que lo hace con obsesión por el detalle.
Incluye 18 versiones distintas, con sus variantes regionales, compilaciones olvidadas y modos que nunca antes se habían jugado fuera de Japón. Todo cuidadosamente organizado y remasterizado para que la experiencia sea fiel, pero también amable con los tiempos actuales.
Y aun así, nada me preparó para el impacto de Salamander III.
Sí, Konami hizo algo inesperado: desempolvó el spin-off más querido de Gradius y le dio una nueva entrega, 15 años después de su último intento.
El resultado no es un guiño ni un homenaje. Es una nueva pieza legítima, desafiante, con seis niveles intensos, diseño 2D impecable y un ritmo que alterna entre desplazamiento horizontal y vertical sin pausas, como si nunca hubiera dejado de existir.
La música. Los efectos. La manera en que las cápsulas de poder caen en pantalla. Todo tiene ese sabor antiguo con textura moderna. Lo jugué como quien abre una caja y encuentra una carta que creía perdida. No hay otro juego reciente que me haya devuelto con tanta fuerza la sensación de estar en casa.
Claro, hay mejoras pensadas para los nuevos tiempos: puntos de guardado, rebobinado, modo invencible. Pero lo importante está en otra parte: en cómo esta colección no trata de venderte la nostalgia, sino de reconstruirla con dignidad, sin editorializarla, sin alterarla.
Gradius Origins es muchas cosas: un archivo histórico jugable, una joya para coleccionistas, un punto de entrada para nuevos jugadores. Pero, sobre todo, es un recordatorio de lo que los videojuegos fueron antes de los mapas abiertos, las cinemáticas y los árboles de habilidades.
Cuando todo lo que importaba era sobrevivir unos segundos más, esquivar el siguiente disparo y tratar de llegar, al menos una vez, al tercer nivel.
Y si alguna vez jugaste alguno de estos títulos —en un arcade, en un emulador o incluso en una consola vieja— vas a entender lo importante que es poder volver. Porque Gradius Origins no solo te deja jugar: te permite volver a estar ahí.
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