Los flamencos crean remolinos para capturar a sus presas.

Un estudio demuestra que estas grandes aves zancudas de plumaje color coral no se limitan a filtrar pasivamente las aguas poco profundas en las que viven para alimentarse. Crean auténticos torbellinos que no dejan ninguna posibilidad a sus presas.
¿Alguna vez has tenido la oportunidad de observar a los flamencos comiendo, con sus patas y largos cuellos sumergidos en un tramo de agua salobre? “Con la cabeza boca abajo, mueven el cuello y, en una especie de cha-cha-chá, se mueven paso a paso para filtrar las aguas poco profundas y tragar pequeños crustáceos, insectos, algas microscópicas y otras presas pequeñas”, describe The New York Times .
Esta asombrosa danza, que Víctor Ortega-Jiménez observó durante una visita familiar a un zoológico de Atlanta en 2019, lo fascinó. Este biólogo de la Universidad de California nunca ha dejado de preguntarse qué podría estar sucediendo bajo la superficie del agua. Junto con cuatro colegas y “tres flamencos especialmente cooperativos del zoológico de Nashville”, como informa el diario estadounidense, estudió minuciosamente los principios hidrodinámicos que permiten a estas aves alimentarse adecuadamente.
Sus observaciones y conclusiones fueron publicadas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences ( PNAS ) el 12 de mayo. “Según este estudio, los flamencos no solo filtran pasivamente su comida”, escriben los investigadores. Ellos insisten:
“Son verdaderos depredadores que crean corrientes para atrapar invertebrados”.
En resumen, estas aves zancudas utilizan sus patas palmeadas, sus picos en forma de L y los movimientos de la cabeza para crear flujos y vórtices en los que sus ágiles presas quedan atrapadas activamente, sin posibilidad de escape. De esta forma, pequeños camarones, crustáceos y otras algas son canalizados directamente a la boca de las aves. “Así como las arañas tejen redes, los flamencos crean remolinos”, dijo Víctor Ortega-Jiménez al New York Times .
Sunghwan Jung, un biofísico de la Universidad de Cornell que no participó en el estudio, lo considera “una demostración notable de cómo la forma y el movimiento biológicos pueden influir en los fluidos circundantes para cumplir una función práctica”. Aquí, para alimentar.
Los investigadores creen que sus hallazgos podrían utilizarse para crear tecnologías "bioinspiradas" capaces de filtrar algas tóxicas o incluso pequeñas partículas de plástico que se encuentran suspendidas en el mar, entre otras cosas.
Los vídeos que aquí se presentan son extraídos de los producidos por los investigadores y disponibles con su publicación en el sitio web de PNAS.
Courrier International