Un nuevo roedor en Perú: ¿Por qué aún se siguen descubriendo tantas especies?

Tiene hocico, cuatro patas y características únicas que lo distinguen de todas las especies conocidas. El Incanomys mayopuma , un roedor semiacuático completamente nuevo, acaba de ser descubierto en el sitio arqueológico de Machu Picchu, anunció el Servicio Nacional de Áreas Protegidas del Perú el martes 24 de junio.

Este pequeño mamífero se suma a la vasta lista de especies identificadas por los científicos. En 2024, había más de 2,15 millones, incluyendo aproximadamente 1,3 millones de animales, 375.000 plantas, 135.000 hongos y 10.000 bacterias. Estas cifras son impresionantes, pero distan mucho de la realidad: hasta la fecha, los expertos estiman que solo se ha identificado el 20% de las especies que habitan la Tierra.

¿Por qué sabemos tan poco sobre el mundo vivo? En primer lugar, porque elaborar un inventario es una tarea colosal. Se estima que un solo kilómetro cuadrado de bosque tropical puede albergar hasta 500 especies de árboles, que unos pocos kilómetros cuadrados en Europa albergan miles de especies de insectos y que un solo centímetro cúbico de suelo contiene casi 1000 especies de bacterias.

Algunas especies pasan desapercibidas simplemente por su diminuto tamaño. « Cada año se descubren insectos nuevos para la ciencia en nuestra área metropolitana », señala el Museo de Historia Natural en su sitio web.

Algunas zonas del planeta permanecen muy poco exploradas debido a las condiciones climáticas extremas o a su difícil acceso. Este es el caso de partes de la selva amazónica , ciertas regiones polares o incluso las grandes profundidades oceánicas, que rebosan de formas de vida desconocidas, a menudo microscópicas.

Este paciente trabajo de inventario comenzó en el siglo XVI, con las primeras grandes expediciones naturalistas. En el siglo XVIII, el naturalista sueco Carl von Linné inventó la taxonomía, que consistía en describir a los seres vivos, y Identificó aproximadamente 12.000 especies. Para ello, creó el sistema de clasificación binomial, aún vigente. Cada especie se describe con dos palabras que suenan al latín: género y especie.

En el siglo ^XIX , instituciones como museos de historia natural y zoológicos brindaron al público general acceso a este conocimiento. El objetivo evolucionó: ahora se trataba de comprender cómo funcionan los ecosistemas, en lugar de ampliar la lista de organismos existentes.

En la segunda mitad del siglo XX, los científicos describieron 1,5 millones de especies y asumieron que aún quedaban aproximadamente otras tantas por descubrir. Pero a principios de la década de 1980, en Panamá, el insectólogo Terry Erwin roció un árbol de la selva tropical con una potente neurotoxina que paralizó a los artrópodos. Más de 1.000 especies diferentes murieron. Por lo tanto, dedujo que podría haber hasta 30 millones de artrópodos en el planeta, y muchas más especies aún desconocidas.

Están surgiendo métodos de investigación modernos para abordar esta brecha de conocimiento. Con la biología molecular, es posible contabilizar especies basándose en los rastros de ADN que dejan en sus hábitats. Herramientas digitales, como imágenes 3D, bases de datos interactivas y grabaciones de sonido, también facilitan la descripción e identificación de especies.

Hoy en día, ante el colapso acelerado de la biodiversidad, debido en particular al cambio climático, se está librando una auténtica carrera contrarreloj para comprender mejor y preservar los seres vivos. « Cada año, se añaden casi 19.000 nuevas especies al Inventario Nacional del Patrimonio Natural », explica la revista National Geographic .

Nuestra falta de comprensión de la vida también se explica por la dificultad de definir qué es realmente una especie. Según el concepto naturalista clásico, una especie se distingue de otra por la observación de diferencias visibles. El enfoque biológico, por otro lado, define una especie como un grupo de seres vivos capaces de reproducirse entre sí y producir descendencia viable. Finalmente, el concepto evolutivo considera que una especie sigue su propia trayectoria evolutiva, separada de las demás.

Sin embargo, cada uno de estos enfoques tiene sus limitaciones: algunos son demasiado teóricos, otros no son adecuados para organismos microscópicos y los análisis genéticos pueden ser costosos.