Algas nutritivas y que reducen las emisiones
La agricultura sostenible del futuro se realizará bajo el agua. Las algas son ricas en proteínas, capturan carbono y pueden cultivarse en el mar sin fertilizantes ni pesticidas. Ya son un alimento básico en Japón, Corea y China, pero en Occidente se las ignora en gran medida. Un estudio publicado en Nature muestra que reemplazar el 10 % de la dieta humana mundial actual con algas liberaría aproximadamente 110 millones de hectáreas de tierra, el doble del tamaño de Francia. Además, ya están presentes en nuestra mesa sin que nos demos cuenta, en forma de carragenina, un emulsionante natural utilizado en alimentos, cosméticos y productos farmacéuticos. Nestlé también las utiliza para crear versiones vegetales de camarones y huevos, mientras que ciertas variedades, añadidas al pienso del ganado, pueden reducir la cantidad de metano —un potente gas de efecto invernadero— que emiten las vacas. Se utilizan como fertilizante, e incluso se están probando nuevos materiales de envasado a base de algas.
Esta combinación de propiedades ecológicas está atrayendo la atención de inversores en Europa y Estados Unidos, hasta el punto de que, según la firma de investigación Fortune Business Insights, se espera que el mercado mundial de algas marinas se duplique hasta alcanzar los 25.000 millones de dólares en 2028, reduciendo la posición de Asia, que actualmente domina con un 97%. Los responsables políticos europeos buscan aprovechar esta tendencia: «Ahora es el momento de explotar plenamente el potencial de las algas marinas como recurso renovable en Europa», declaró la Comisión Europea en un documento que insta a aumentar la producción europea, apoyar a las empresas emergentes y simplificar la normativa. Seaweed for Europe, una coalición de unos treinta productores europeos de macroalgas, tiene como objetivo aumentar la producción de las 300.000 toneladas actuales a 8 millones de toneladas para 2030.
En Europa, los proyectos están creciendo, sobre todo en el Mar del Norte y el Atlántico, ya que las macroalgas prefieren las bajas temperaturas. Muchas granjas costeras de Asia se ven afectadas por el efecto invernadero, que calienta las capas superficiales del mar e impide el afloramiento de aguas profundas más frías y ricas en nutrientes. De las 57 empresas emergentes lanzadas en todo el mundo entre 2023 y 2024, según Phyconomy, la publicación de referencia del sector, 15 se encuentran en Europa —en Noruega, Reino Unido, Países Bajos y Francia—, frente a 12 en Norteamérica. El resto se ubican en Asia, Oceanía, Latinoamérica y África.
El proyecto más interesante de Europa se encuentra frente a la costa de Scheveningen. A 18 kilómetros de la costa neerlandesa, bajo las gigantescas turbinas del parque eólico marino Hollandse Kust Zuid, protegida del tráfico marítimo, se ubica North Sea Farm 1, una plantación de algas de 5 hectáreas. Forma parte de un experimento pionero que combina la energía eólica con la acuicultura marina, y este verano produjo su primera cosecha. A diferencia de las granjas de algas costeras, que se enfrentan a una dura competencia por el espacio debido a otras actividades humanas, la ubicación en alta mar ofrece mayor libertad, pero también plantea desafíos técnicos y financieros. «Es un proyecto mucho más complejo», explica Eef Brouwers, director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro North Sea Farmers, que desarrolló la plantación gracias, en parte, a una subvención de 2 millones de euros del Fondo Climático Right Now de Amazon. «El mar es más bravo y profundo, por lo que se necesita más material para el cultivo. Es más fácil cerca de la costa, pero el espacio es limitado allí, y es imposible imaginar un crecimiento en los próximos 10 o 20 años. Por eso necesitamos experimentar con el cultivo en alta mar», argumenta Brouwers. Otros proyectos piloto que combinan energía eólica y acuicultura se han desarrollado en aguas danesas, en Samsø y Anholt, y frente a la costa belga, en Belwind.
Actualmente, Irlanda es el país con las mayores plantaciones de algas marinas en Europa. Allí, la empresa holandesa The Seaweed Company cultiva wakame atlántico, kelp y ulva para consumo humano en 50 hectáreas. Gracias a la industrialización de sus procesos y a su colaboración con la industria alimentaria, que está empezando a integrar las algas en sus productos, la empresa es líder europea en el cultivo de algas. En Italia, se cultiva la variedad Ulysses en la costa de Romaña, en el marco del proyecto Nodes, liderado por la Universidad de Pollenzo. Por otro lado, la espirulina, una microalga utilizada en suplementos y cosméticos, se cultiva principalmente en ambientes controlados, en invernaderos o fotobiorreactores.
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