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Una polilla australiana recorre la Vía Láctea, según un estudio

Una polilla australiana recorre la Vía Láctea, según un estudio

Una polilla nocturna australiana conocida por sus grandes migraciones puede viajar a su refugio de verano utilizando no sólo una especie de brújula magnética sino también la luz de las estrellas, según un estudio publicado el miércoles (18) en la revista científica Nature.

Cuando llega el verano australiano, la joven polilla Bogong (Agrotis infusa) se ve dominada por un impulso irresistible.

Abandona su tierra natal en la costa este para dirigirse, noche tras noche, a los Alpes australianos, una cadena montañosa donde se refugiará en cuevas del calor del verano.

Luego, en otoño, regresará a su lugar natal para reproducirse antes de morir.

Sólo recientemente se supo que el invertebrado puede utilizar las variaciones del campo magnético terrestre, como una brújula, para este viaje que puede alcanzar hasta mil kilómetros.

Pero a esta combinación hay que sumar las estrellas, según el estudio firmado por el neurobiólogo David Dreyer y supervisado por el profesor de entomología Eric Warrant, ambos de la Universidad de Lund en Suecia.

“Es el primer invertebrado conocido capaz de utilizar las estrellas para este fin”, explicó el profesor Warrant a la AFP.

Entre los invertebrados, sólo el escarabajo pelotero utiliza la luna y las estrellas como referencias para orientarse, pero sólo en distancias muy cortas.

Los investigadores colocaron las polillas en pequeños recintos con techo que permitía proyectar diferentes mapas del cielo nocturno.

Un pequeño dispositivo estaba fijado a su espalda, una especie de “simulador de vuelo” que confirmaba que, al ocultar el cielo artificial, Bogong confiaba en su brújula magnética para mantener el curso de su migración.

Posteriormente, esta ayuda se eliminó eliminando el campo magnético de la Tierra en el simulador.

“Para nuestra sorpresa, las estrellas fueron suficientes para que la polilla eligiera la dirección correcta para la temporada de migración”, dice el investigador.

“Si rotáramos ese cielo 180 grados, el animal continuaría orientándose”, explicó.

Esta demostración se vio reforzada por el hecho de que el vuelo de Bogong se volvía errático si se le presentaba un mapa del cielo inventado.

El pequeño animal puede entonces leer un mapa celeste y seguirlo de noche, incluso cuando la posición relativa de las estrellas cambia con la rotación de la Tierra.

Un caso similar al de la polilla monarca que recorre vastas regiones entre México y Estados Unidos, y que es capaz de tomar en cuenta la trayectoria del sol para orientarse en su migración diurna.

IstoÉ

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