El impacto de un asteroide hace 78 millones de años ha sido calificado como la cuna de la vida en la Tierra.

La vida floreció 4,4 millones de años después de que un asteroide impactara la Tierra.
Por primera vez, los científicos han determinado el momento preciso del origen de la vida en un cráter de impacto: la colonización microbiana del sistema hidrotermal debajo del cráter finlandés Lappajärvi comenzó 4,4 millones de años después del impacto del asteroide hace 78 millones de años.

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Los científicos han descubierto que hace 78 millones de años, un asteroide de 1,6 kilómetros de diámetro impactó en lo que hoy es Finlandia, formando el cráter Lappajärvi, de 23 kilómetros de ancho y 750 metros de profundidad. El catastrófico impacto creó una compleja red de grietas en la roca que se llenaron de agua caliente, formando un sistema hidrotermal único. Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que estas condiciones podrían haber sido ideales para el origen de la vida, pero solo ahora un equipo internacional de investigación ha podido encontrar pruebas irrefutables y fechar con precisión el momento en que los microbios colonizaron el cráter.
El estudio empleó técnicas avanzadas de análisis isotópico y datación radioisotópica. Los científicos descubrieron pirita con un contenido anormalmente alto del isótopo azufre-34 en los depósitos minerales del cráter, un indicio inequívoco de actividad microbiana que convierte los sulfatos en sulfuro de hidrógeno en condiciones anóxicas. Este proceso, conocido como respiración anaeróbica, es fundamental para el ciclo global del azufre y el carbono en la Tierra.
El descubrimiento más sorprendente es la datación precisa del inicio de la vida en el cráter. Los primeros depósitos minerales, formados a temperaturas propicias para la vida (47 grados Celsius), aparecieron 4,4 millones de años después del impacto, es decir, hace 73,6 millones de años.
"Esta es la primera vez que podemos vincular directamente la actividad microbiana con el impacto de un meteorito utilizando métodos geocronológicos", enfatiza el investigador Henrik Drake.
Durante los siguientes millones de años, la vida microbiana no hizo más que consolidar su posición. A medida que el cráter se enfriaba gradualmente, se formó calcita con características biogénicas en las cavidades rocosas, lo que constituye una prueba más del prolongado desarrollo de microorganismos en este ecosistema único. Como señala el científico Gordon Osinski, este estudio es el primero en vincular definitivamente la colonización del cráter con las secuelas del impacto, en lugar de con procesos geológicos posteriores.
El descubrimiento tiene implicaciones de gran alcance para la astrobiología. Los cráteres de impacto podrían no solo ser fuentes de compuestos orgánicos (los asteroides contienen aminoácidos y otros componentes básicos de la vida), sino también refugios preparados para su desarrollo. Esto es especialmente relevante para Marte, donde numerosos cráteres podrían haber creado sistemas hidrotermales similares. Los métodos desarrollados por los autores podrían aplicarse al análisis de muestras del Planeta Rojo que se planea traer a la Tierra en futuras misiones.
El estudio también demuestra la notable resiliencia de la vida: incluso tras catástrofes capaces de destruir la biosfera, la naturaleza encuentra maneras de regenerarse en los lugares más inesperados. Los autores concluyen que los cráteres de impacto de mediana y gran escala pueden crear sistemas hidrotermales de larga duración que se convierten en oasis de vida al enfriarse, un efecto crucial para comprender los orígenes de la vida en la Tierra y más allá.
