Vivir con osos pardos en la Columbia Británica

CONVIVIENDO CON LA NATURALEZA 6/7. En Columbia Británica, la provincia más occidental de Canadá, los residentes buscan soluciones para evitar el peor escenario posible: matar a un oso grizzly. Y las cercas eléctricas suelen ser el mejor elemento disuasorio.
Mientras se adentra con cautela en un bosque de álamos amarillentos en el sureste de la Columbia Británica, Canadá, Clayton Lamb aparta la maleza en busca de un árbol robusto donde colocar su trampa para osos. Se han colocado señuelos olfativos para atraer al animal —cuyo territorio abarca más de 1000 kilómetros cuadrados— a este preciso lugar a las afueras de Fernie. La colega de Clayton, la técnica de monitoreo de vida silvestre Laura Smit, rocía el bosque con sangre de buey vieja de un bidón de plástico rojo. A un humano le parecería espantoso el olor, pero para un oso grizzly que busca acumular reservas de grasa para el invierno, es irresistible.
Clayton trabaja para la Universidad de Columbia Británica. Con Laura Smit, pasaron días enteros recorriendo este valle en las Montañas Rocosas canadienses. Juntos, eligieron lugares estratégicos, colocaron señuelos de olor y revisaron las cámaras de vigilancia para ver si se había activado alguna trampa. La primera noche allí, no vieron ni un solo oso. La noche siguiente, nada más, pero a las 4:31 a. m., una cámara detectó movimiento. "Tenemos un oso grizzly". Ese fue el mensaje de texto casi inmediato de Clayton a La
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